viernes, 14 de enero de 2011

Ausencia presente.

Decidí dar un recorrido por las calles de Lima (Mejor dicho, sólo por las calles de Surquillo). No soy una persona de hacerlo a menudo; sin embargo, hoy, por cumplirse un año de tu ausencia, una voz en mí me impulsaba a ello. “Tardes soleadas, flores crecer, palomas volar…”.

Hace mucho tiempo atrás que no visitaba el condominio, lugar en donde pasamos la mayor parte de nuestra infancia hasta, incluso, nuestra adolescencia. El ambiente es distinto; no obstante, persiste el olor, las huellas. “…Correr por el césped, jugar a las escondidas, montar patines…”. 

Empecé a observar todas y cada una de las casas, tomándome mi tiempo. Una vista panorámica lo hacía parecer todo tan cercano, sin un tiempo que lo defina. Cerré los ojos e intenté imaginarte aquí, con nosotras, conversando. Ya empezaba a extrañar esa mirada de cariño que ponías al verme. Los abrazos que nos brindabas tan sólo para que sepamos que estás ahí. Tu sonrisa inocente que le subía el ánimo a cualquiera, te lo aseguro.

Tanto fue mi concentración aquí en las escaleras, frente a tu casa, que logré vivir aquella tarde que marcó mi vida. Esa misma tarde que me persigue cada día desde entonces. Es mi culpa. “…Historias de aventuras, consejos de afecto, peleas amistosas…”. 

Vacaciones…Se supone que uno debe aprovechar ese lapso para verse con sus amigos luego de tiempo. Pero no. Semanas que no nos encontrábamos.  Me hacías falta y quise romper con los impedimentos para acercarme.

        - Aunque no lo creas te tengo presente, siempre- Tras un caluroso abrazo, me dijiste.

Por dentro sentí una pequeña alegría. Por fuera, seguía seca. Me contaste varias cosas que estaban congeladas, mientras que yo permanecía callada. Te acompañé a recorrer los paneles de nuestra vida, más no entré a reproducir mis momentos. Me despedí sin importancia, cuando en realidad no era así. Nada de lo que reflejaba era así. Mi comportamiento fue muy desinteresado ese día, sobrepasé la línea…

 Y te fuiste. Desde mi ventana observé todo el procedimiento de la mudanza ¿A dónde? No sé. Ni me atreví a salir y preguntarte, no hice nada porque no me parecía justo que no me lo hayas dicho. Aunque, no me di cuenta, que no fue justo el trato que te di ese día. Dejé que mi objetividad ganara y privarte de mis historias. Quizá estabas buscando el momento indicado para lanzarme la noticia, y no dejé que se diera. A pesar de ello, no te mostraste fastidiada por mi actitud. Deseabas que conserve esa imagen tuya, y no una devastada…Gracias.

Un gran impacto lo fue. No en ese instante, sino al pasar los días, semanas, meses. El cambio se percibía notablemente. Tal vez quise que sintieras mi ausencia ¡¿En qué estaba pensando?! Lo único que me permite confortarme fue el alivio de escuchar esas palabras salir de tu interior.
 
No tengo ni idea en dónde te encuentras. Sólo espero que estés bien y que no hayas perdido ese carisma que te caracterizaba. No te olvido ni está en mis planes hacerlo. Lo que sí, ya acepté tu distancia porque estoy segura de que nos volveremos a encontrar.

“…La bella naturaleza que nos rodeaba contrastaba bien con las actividades que realizábamos todas juntas como también con el contenido de nuestra amistad.”



miércoles, 12 de enero de 2011

Tiempo.

El tiempo es indeciso.
Se acelera, camina, crece
Entre nosotros, permanece.
Las 12 ya, y no suena campana.
Sigo esperando una señal tras semana.

Nos elevó, dos púas iguales.
Todo era tierno, todo grande.
Nos unió, un lazo imparable.
Un solo momento y adorable.

Su sonido era una estrella.
No la veíamos, pero era bella.
Como a un extraviado, nos guiaba
Sí…rápidamente, nos alcanzaba.

El tiempo,
Quien elevó paralelamente
Mi corazón y tu mente,
Puede tragarse su trama.
Pues desgranó lo que restaba.

Su jugo de traición se pasea,
Siempre agrio, entre las venas.
¡Maldita identidad que nos separa!
¡Maldito el tiempo que nos encara!

martes, 4 de enero de 2011

Impresión repentina.

Un escalofrío se está apoderando de cada parte de mi cuerpo. Sube, baja, avanza, se detiene. Es impredecible. ¿Cómo es que ocurrió? ¿De la nada o se veía venir? Ambas. Tan inesperado, pero a la vez no…La diferencia radica en la forma, palabras, momento. Aquí sentada, escuchando sonidos lejanos que no evitan que siga pensando en ese acto. 

- ¿Vas a bajar a comer ya?- Una voz acaba de entrar por la puerta, la de mi madre. Parecía más una orden que una pregunta concreta. Pero no, no iba a dejar pasar esta reacción hasta descubrir el trasfondo.

- En un rato- Secamente dejé fluir un silabeo.

Parece que la atmósfera no desea concebirme más de esta manera: Puertas se abren para interrumpir mi concentración (la de mi madre, abuela…), tratando de jalarme a otra dimensión; conversaciones deciden salir a la luz justo hoy; así como también el frío espanta a mis reflejos, alejándolos de una acción que me haga salir de esta burbuja.
 
En el pasado “el tan buen pasado” todo se presentaba de otra manera. Tal vez era la época, una de presión. Ello hacía que contigo pase lo contrario, una de armonía. Aunque si dejo a mis pensamientos retroceder más, hubo desbalances que casi nos hacen caer por un derrumbe de incertidumbres. Dejando de lado aquello, en el presente, ahora, se ha formado toda una pista llena de baches, de discusiones pequeñas. En este periodo de apaciguamiento, se prepararon, en mi entorno, una serie ataques que decidieron desembarcar en la misma dirección y fecha. Así es, todos juntos llegaron a mí como lanzas para hacer saborear una cruda confusión, pérdida.

- Intolerancia- Lo dije una vez, y lo vuelvo a decir.

“¡Maldita sea ella!” la pienso ¿No es obvio, señores? Hace tiempo que no lo sentía. Por lo menos, no de esa manera, tan fuerte y alargado. Persiste el frío interno. Fácilmente una simple y sola palabra te puede desencadenar una serie de emociones, como si se rompiese una piñata: No esperas con qué te vas a encontrar dentro de ella al impactar con ese rápido golpe que la haga estallar. “Por algo es sorpresa”. Sólo que esta vez fue una sorpresa nociva. Teniendo en cuenta la actualidad y contando esto último, me proyectaré al futuro. Puede que cambie, no yo, la fraternidad. Puede que nos hartemos o bien puede fortalecerse. Hay varias opciones. Es una lucha constante con mi ser para encontrar el equilibrio perfecto o más bien “el punto clave”. Lo perfecto no existe.

 Es así como comprendí que aunque duela, es algo natural que realizo para “evadir” el dolor. Funciona, temporalmente.

- Ya pasaron 10 minutos- Otra vez mi madre- ¿Vienes?

- Sí, ya voy-  Al instante vociferé. Esta vez fue exacto. La burbuja se evaporó, temporalmente. Sólo espero no sentirlo de nuevo.