jueves, 16 de diciembre de 2010

Indiferencia predominante.


Aquí estás, mi estimada:

¡Imposible! Tuve un sueño. Uno bien extraño. “No esta vez”. Me desperté después de una larga marcha en ruedas, como solíamos emprender… ¿Recuerdas? Y, en medio de mis sonámbulos pensamientos, quise redactarte una carta. No es una carta con letras y signos, más bien es una con reflexiones y decepciones. Utilicé mis gastados recuerdos para componerla, en vez de lápiz y papel como lo hacían antes. 

Lo más curioso es el sueño. “Mierda, se sentía tan existente” me dije apenas pude abrir los ojos y salir de la caldera ardiente en hipocresía. ¡Ja! No me di cuenta hasta la tarde de ese mismo día. Cada expresión, palabra, actitud, acción, eran un abanico de metamorfosis. Se sentía real porque es la realidad. Pasé minutos analizando la situación y me topé con la historia repetida. Sinceramente, no llegué a comprender cómo así deshiciste aquella base de cerámica que sostenía tu postura equitativa.

En qué momento…Desde cuándo te embarcaste en el superficial camino. Ahora consideras “cercano” a quien sólo te conoce hace poco. Dejaste atrás los 5 años de risas y memorias. Quizás dirás que la corriente subió. Pero yo digo que tu rumbo giró. Conformarte con los buenos momentos que ahora tan solo son puros recuerdos es fastidioso. Así es. El suceso de un mosquito: tedioso, te agarra cuando bajas la guardia para así absorber lentamente el líquido que más adelante te causará molestia, seguidamente dolor, y posteriormente dejará huella.

Retrocedí mis pasos y logré contrastar los tuyos. ¡Fueron tan obvios! Era yo la que no deseaba asimilarlo, la que seguía con las vendas puestas para no mirar con objetividad. Perdí a mi gran consejera, mi compañera y sobre todo a mi amiga…

Entre sonrisas y miradas, escondo lo que pasa en mi interior tan solo para que no experimentes este resentimiento, esta frustración. Irónicamente tú estuviste ahí para atender a mis gritos, mi salvación. 

Prejuicios...Apariencias...Indiferencia...temas comunes cuando pienso en ti. Pese a todo ello es bueno saber que estuviste ahí, que compartíamos todo. Sólo queda agradecer la forma en que pretendías un acto, como si te importara. Y agradecer, también, el hecho de verme, pausadamente, cómo caigo en el abismo que cavaste. 

La llama rojiza se está opacando, quedándose gris. No depende de mí solamente, estoy aquí, intentándolo, te toca.

Me conoces tan bien; pero, te advierto, que cada día que pase así, se disminuirá. 

Según tú, biruta.

Perteneciente a "Cartas escondidas en mi rincón" 


lunes, 6 de diciembre de 2010

Los tiempos cambiaron.

 
Tú:

Ha pasado un buen tiempo desde que me mandaste la última carta. Dejé de conocer bien a aquella persona que me enseñó a danzar alrededor de los problemas, un solo toque, de carisma. No puedo pensar en esta inestabilidad sin antes recordar el pasado. Aquellas cálidas risas, bromas, caminatas…Resultaron ser incomparables -Sí, aunque no lo creas, todas y cada una de ellas. Al parecer estaba sumergida en una piscina llena de dicha. Sin importar las bollas, me preocupaba por seguir deambulando hasta conocerte plenamente. De gris a color pincelabas los días- Es decir mis días, sus días. Una capa fina bastaba para que se mostraran diferentes. No sé cómo lo hacías, pero lo lograbas. Todo se veía más fácil...

Cuántas veces convertimos un libro oprimido en uno de fantasía, desahogo. Momentos fascinantes rodeaban toda atmósfera frívola. El gozo se apoderaba de toda circunstancia. Voz, guitarra y ganas fueron los elementos esenciales para ser dueñas del espacio. Así es como Tú, tan sencilla y sobresaliente, poseías lo necesario para saber amoldar perfectamente nuestra amistad: Sin ninguna hastía.

Cuántas veces nos preguntábamos acerca de la vida, del más allá: Cuestiones simples que nos mantenían lineales. Solíamos compartir intereses comunes que nos mantenían firmes en nuestra posición. Creábamos escenarios con el fin de reproducir nuestros espectáculos y llevarlos hacia el pequeño cofre donde se conserva lo auténtico. Lo real. Y así lo experimenté desde que te conocí.

Al ver el atardecer, cómo el sol se oculta, lentamente hasta su refugio, pienso sobre el brillo que perdió este lazo. Parece que se llenó de polvo nuestro libro de memorias.  Se dejaron de sonar las canciones de nuestras crónicas. No hay más bailes que vuelvan a deleitar al público de nuestros pensamientos…todos se los llevó el tiempo. ¿Por qué? Lo disimulas tan bien…Simplemente la ocasión no bastaba para explicármelo hasta hoy.

Sentí que no era juego, que era verdad. Se me hace tan difícil asimilar… Supiste escuchar en el momento indicado. Intervenir cuando debías. Y aconsejar cuando lo necesitaba. Una mirada bastaba para adelantar al razonamiento. Qué increíble, ¿no? No imaginé que alguien así podría actuar en mí de esa manera…Los retratos de aquellas reuniones en esa casa -La cual terminó siendo mi condena- se exhiben una y otra vez sobre el espejo de mi cuarto. Rescato solamente los que realmente valen. Sigo conservando las palabras que algún día me repetiste “Durará para siempre”. Ésta última es muy extensa para proyectarse en el futuro. Ojalá no la hubieras usado de ese modo…Porque no fue así, ni así lo será. 

Ya perdí la cuenta de tu identidad como mi compañera. Ya dejé de insistir por tu ausencia. Ya comprendí la penitencia en donde te encierras. Aún así…te velo. No sé si echarle la culpa a mis intentos o a aquel programa que nos desorganizó. Tan solo sé que te extraño, no sabes cuánto.
Ojalá que te acuerdes,
Empieza con F y termina con R.

 Perteneciente a "Cartas escondidas en mi rincón"