lunes, 4 de octubre de 2010

¡Siempre unidos,campeón!

Cómo se nota que el tiempo está poniendo fin a esta historia. Aún recuerdo aquellas tardes que solíamos caminar por el parque. Tardes de domingo. Cinco en punto. El aire siempre corría a favor nuestro. “Somos un equipo” decías. Hojas amarillas caían libremente, sin temor alguno. Yo respondía “Siempre unidos”. Si bien no conversábamos de algo transcendente, el silencio llegaba a un límite cómodo. Hacías que cada desayuno, almuerzo y cena se tornaran especiales y diferentes cada día. Te sentabas en la cabecera, lo recuerdo, como el hombre ejemplar que demostrabas ser. La mesa era un debate. Dos equipos defendían su postura frente a una situación aleatoria de la vida: Por un lado mi papá, tú y yo; por el otro mi mamá, mi abuelita y mi hermano. Era sorprendente la capacidad que tenías para entretenernos con tus historias. La que tuvo un gran impacto en mí, fue la carrera de los 400 metros planos. “Estábamos cuatro atletas y yo, en una sola competencia por la medalla de oro. Sabía que era la última vez que iba a correr, así que tenía que despedirme bien. Comencé mal al apoyar incorrectamente mi pie derecho. Eso le dio mucha ventaja a mis rivales, pero yo seguía optimista. Despejé mi mente de todo y me concentré en el final de la carrera. Así fue como los pasé con una distancia de 10 metros…La vida es una carrera indudablemente. Lógico que va haber obstáculos que a veces te harán caer. Sin embargo, la confianza que te tienes harán que te recuperes y alcances tus metas por más difícil que haya sido el recorrido…”.
Pasaban años. Meses. Días. Horas. Yo crecía. El Alzheimer crecía. Crecíamos, aunque con objetivos distintos. Tu mirada. Tu sonrisa. Tu voz. Todo de ti se iba opacando como el reflejo de la luz en plena oscuridad. No obstante, te conversaba como lo hacía desde siempre, sólo que ya no obtenía respuestas... La casa no era la misma. Todos tus trofeos y medallas, habían perdido sentido alguno al no tener a ese alguien que relatara sus respectivos triunfos. Por qué a un ser con tanta agilidad y vida le tocó enfrentarse a una enfermedad tan lenta y horrible? Por qué tuviste que presenciar la muerte de tu hijo menor? Por qué me siento intranquila cuando tú no lo estás? No puedo aceptarlo. O será que en realidad no quiero?...Hay tantas preguntas que necesitan respuestas.
Cómo se nota que el tiempo está poniendo inicio a una nueva etapa…No puede ser que en un mes hayas tenido dos oportunidades de irte. Todo ocurrió tan rápido…Las calles se volvieron más ruidosas. Los teléfonos no paraban de sonar. Los gritos se agudizaban. La gente corría. Hasta que un “Ya se estabilizó, pero se tiene que quedar internado” alcanzó nuestros oídos. No lo tienes que hacer si no quieres, porque si fuera por mí gastaría todo mi tiempo en tus necesidades. Pero sé que es mejor así. Por ahora, me conformo con esa nueva mirada. Esa nueva y dulce mirada que tienes al vernos entrar por aquella puerta del 314. No tienes miedo de lo que vendrá. Aún así tengo que admitir que mi corazón se paraliza al escuchar el “ring-ring” del teléfono en horas inapropiadas, porque así fue como nos advirtieron la primera vez…
Esta noche es nueva para mí. Así que decidí escribir sólo por ti, campeón… Ya no tienes que preocuparte por seguir con la carrera de la vida porque te haré acordar de reducir la velocidad en todas nuestras partes favoritas.


Eres la fuerza que me hace seguir, la inspiración que me hace vivir.

Gracias por todo.

 ¡Siempre unidos!

2 comentarios:

  1. Cuando lo leí por primera vez tocó profundamente mi corazón...hoy, lágrimas escaparon de mí para hacerme ver algo importante: eres tú la viva imagen, el vivo ejemplo , el paso siguiente y sucesora de tan grandes lecciones. ¡Siempre unidos! Fuerte promesa, gran compromiso .

    Te quiero mucho

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  2. Me entiendes tan bien...Así es. Yo también :D

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